
La fiesta de la muerte fue desgarrador, indefensos animales son asesinados con total impunidad y extrema crueldad.
Y ¿quién frena este acto salvaje; el cardenal Cipriani? ¡No! Al cardenal le importa un “comino” la vida, su misión es defender al imperio Vaticano, a las multinacionales, a la burguesía nacional y al gobierno aprista en caída libre; mueve sus fichas en esa dirección.
En este caso, el cardenal ha guardado silencio sepulcral. La iglesia admite la práctica de la tauromaquia con todas sus implicancias.
Escrito por Yonel Trebejo Bustamante
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